martes, 27 de noviembre de 2012

El salmista canta la Misericordia de Dios


Devocional # 42     27 noviembre 2012

El salmista canta la Misericordia de Dios
1 La maldad habla al corazón del impío; en su opinión, no hay por qué temer a Dios. 2 Vive halagándose a sí mismo, seguro de que su maldad no es condenable. 3 Sus palabras son malvadas y fraudulentas; dejó de ser sabio y de practicar el bien. 4 Aun acostado hace planes malvados; va por el mal camino, y disfruta de su maldad. 5 Pero tu misericordia, Señor, llega a los cielos; ¡tu fidelidad se extiende hasta las nubes! 6 Tu justicia es como las grandes montañas; tus sentencias son como el mar profundo; ¡tú, Señor, cuidas de hombres y animales! 7 Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia! ¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas! 8 En tu templo se sacia de ricos alimentos; tú apagas su sed en un río de aguas deliciosas. 9 En ti se halla el manantial de la vida, y por tu luz podemos ver la luz.
10 Muestra tu misericordia a los que te conocen; muestra tu justicia a los de recto corazón. 11 No dejes que los soberbios me aplasten, ni que el poder de los impíos me sacuda.  
12 Vean allí, caídos, a los que practican el mal; ¡rodaron por el suelo, y no volvieron a levantarse!


La maldad parece consustancial al impío; y ello explica de su ateísmo práctico, pues no reconoce el temor de Dios como norte de su vida ni teme los juicios divinos. En el texto hebreo se emplea la palabra pajad, que designa el “terror” que debe inspirar la justicia divina al pecador. El impío se traza su vida sin plantearse el problema de que está sometido a la justicia del Omnipotente. La maldad está, apegada a lo íntimo de su corazón, como una segunda naturaleza, sus reacciones instintivas tienen para él la fuerza de una oración (la maldad habla al corazón del impío). La palabra hebrea empleada, ne'um, podría traducirse por “susurro” íntimo al corazón.

En consecuencia, sus palabras son fraudulentas, sin temor a hacer daño al prójimo, y emprende el camino de la necedad; no es inteligente ni cuerdo, pues no conoce la consecuencia grave de sus propios actos y verdaderos intereses y no se da cuenta de que el pecado, a la larga, acarrea la desgracia. Obcecado en su maldad, aun en la tranquilidad de su lecho maquina la iniquidad. Durante las horas de quietud, su espíritu no piensa sino en planear acciones inicuas para el día siguiente. Las horas de quietud nocturna, en vez de ser horas de recapacitación, de arrepentimiento por las transgresiones diarias, son para el impío ocasión para calcular mejor sus iniquidades para el día siguiente. Tiene la conciencia encallecida y sólo piensa en el mal.

La fidelidad, justicia y juicios de Dios contrastan con los malvados y sus planes perversos que terminan en el fracaso. Su amor es más grande que los cielos. Su fidelidad va más allá de las nubes. Su justicia es tan sólida como una montaña. Sus juicios están tan llenos de sabiduría como los océanos de agua. Necesitamos no temer a los malvados porque sabemos que Dios nos ama, juzga el mal y nos protegerá para siempre y sabemos de Su Misericordia “por eso nos acogemos bajo la sombra de Sus alas” (7).

El verso 9 con esta vívida metáfora, nos presenta a Jesús;  "manantial de la vida", nos da un sentido de agua limpia y fresca que da vida al sediento espiritual. Esta misma ilustración la usa Jesús hablando de sí mismo como el agua de vida que podía apagar la sed para siempre y dar vida eterna Juan 4:14...pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna.

“Y por tu Luz podemos ver la Luz” también metafóricamente viendo a Jesús; Juan 8: 12 En otra ocasión, Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»

El salmista, contrastando la abundancia de pecado con la sobre abundante Gracia de Dios en Cristo


Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
tel: (81) 8352 6165

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