domingo, 30 de mayo de 2010

La Estrategia de Jesús

1 Corintios 1:
26 Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento: No sois
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.
27 Más bien, Dios ha elegido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, y lo débil
del mundo Dios ha elegido para avergonzar a lo fuerte.
28 Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie se jacte delante de Dios.

Algunos pueden pensar que si Jesús hubiera querido que su mensaje tuviera el máximo impacto, debió de haber explotado más efectivamente su popularidad. La sabiduría convencional moderna quizá sugiera que Jesús debió de haber hecho todo lo posible para explotar su fama, atenuar las controversias probocadas por sus enseñanzas y emplear cualquier estrategia que hubiese podido usar para aumentar las masas que se mobían alrededor de él.

Pero Jesús no hizo eso, al contrario, en lugar de usar el método populista y axplotar su fama, enfatizó las cosas que hacían de su mensaje algo tan controversial. Cuando las multitudes alcanzaron su punto máximo, Él predicaba un mensaje que causaba tanta opocisión abierta, era tan ofensivo en su contenido, que las multitudes se alejaron, quedándose solo unos fieles.

Entre los que permanecieron con Él estaban los doce, a quien Él personalmente había seleccionado y designado para que lo representaran. Eran doce hombre comunes y corrientes, sin nada expecional. Desde la perspectiva humana, el futuro de la Iglesia estaba en manos estos hombres, si ellos fallaban, no había plan B.

Sin embargo dentro de los infinitos planes del Señor, jamás hubo duda de lo que iba a hacer, no había necesidad de un plan B, porque desde el AT había dicho:

Zacarías 4: 6 … “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehovah de los Ejércitos.

Una docena de hombres bajo el poder del Espíritu Santo son una fuerza más poderosa que una poderosa multitud.

Este llamado sigue vigente, Jesús sigue escogiendo a su pueblo, (hombre y mujeres) para darles su Espíritu Santo y seguir el llamado a seguirle y predicarle, no te preocupes si no eres preparado, no te preocupes si no eres líder, recojamos lo que dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 1: 26-29 que puse al principio, …ha escogido lo más necio para avergonzar al sabio, … lo más débil para avergonzar al fuerte, …a fin de que nadie se jacte delante de Dios.

TODO ES PARA SU GLORIA

martes, 18 de mayo de 2010

El Dios de Paz

Algunas ideas fueron tomadas del Libro de cheques del banco de fe. C. Spurgeon



Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.
Romanos 16:20

He aquí una promesa que viene a completar la que meditábamos este viernes pasado con la meditación anterior. La Primera Promesa. Al ser esculpidos a la imagen de nuestro divino modelo y cabeza no solamente es ser heridos en el calcañar (no solo es sufrimiento), sino se ha de manifestar en la victoria sobre nuestro enemigo el maligno.


La antigua serpiente debe ser aplastada bajo nuestros pies. Los creyentes de todos los tiempos se han visto afligidos por luchas internas, por divisiones, pecado, etc…
Pero el Dios, «el Dios de paz», ha proporcionado el descanso del alma.


El enemigo capital consiguió hacer vacilar los pies de los imprudentes y que los sencillos fueran engañados; pero, al final, quedará vencido, y por aquellos mismos entre quienes había sembrado la confusión. Victoria tras victoria, generación tras generación el pueblo de Dios ha visto como su Señor ha ido e irá desbaratando las artimañas del enemigo y en ocasiones no se nos ha dado ver dicha derrota sobre nuestro enemigo; pero la promesa es firme; Dios mismo desbaratará y aplastará el poder de Satanás.


Aun cuando los creyentes logren quebrantar a su enemigo el diablo, sin embargo la herida final le será infligida únicamente por Dios.
¡Acometamos con valentía nuestras tentaciones, al tentador! Y no sólo a los espíritus malignos, sino el mismo príncipe de las tinieblas, y huirán de nosotros.

Efesios 6
10 Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las intrigas del diablo;
12 porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales.
13 Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes.
14 Permaneced, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia
15 y calzados vuestros pies con la preparación para proclamar el evangelio de paz.
16 Y sobre todo, armaos con el escudo de la fe con que podréis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Tomad también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,
18 orando en todo tiempo en el Espíritu con
toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos.

viernes, 14 de mayo de 2010

La primer promesa hecha al hombre caído

Génesis 3:15
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.


Esta es la primera promesa hecha al hombre caído. En ella está contenido todo el Evangelio y la esencia del pacto de la Gracia. En gran parte, ya ha sido cumplida: la simiente de la mujer ha sido herida en su calcañar en la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Y ¡qué herida más espantosa! Mas ¡cuán terrible será también el quebrantamiento final de la cabeza de la serpiente! Esta profecía, virtualmente, tuvo cumplimiento por primera vez cuando Jesucristo llevó sobre sí el pecado del hombre; venció a la muerte y quebrantó el poderío de Satán; pero se cumplirá total y definitivamente en la segunda venida del Señor y en el juicio final.

Para nosotros esta promesa constituye una profecía, a saber: heridos en el calcañar también seremos afligidos en nuestra corrompida naturaleza por el poder del mal; empero
podremos triunfar en Cristo, el cual aplastó la cabeza de la antigua serpiente.

Durante nuestra vida, tendremos ocasión de experimentar la primera parte de esta promesa ante las tentaciones con que nos acechará Satanás, y ante los ataques de los impíos, que son su simiente.

Tal vez saldremos heridos y maltrechos de la lucha, mas no desmayaremos si sabemos acogernos a la segunda parte del versículo. Alegrémonos por anticipado en la seguridad
de que reinaremos con Cristo que es la simiente de la mujer.

Salmo 34:
4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.
5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.
6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.

¿Se te hace conocido este Salmo?, Ora a nuestro Señor para que te ayude a creerlo, es su Palabra

Bendiciones

Coclusión de la Soberanía de Dios

“Aleluya, porque el Señor Todopoderoso reina”

Consideremos ahora una o dos de las objeciones que suelen oponerse a la doctrina de la soberanía divina.
Si Dios no solo ha predeterminado la salvación de los suyos, sino que también ha preparado las buenas obras en que han de andar (Efesios 2:10),
¿qué incentivo nos queda para luchar por la piedad práctica?.

Si Dios ha fijado ya el número de los que han de ser salvos, siendo los demás vasos de ira preparados para muerte, ¿qué estímulo tenemos para predicar el Evangelio a los perdidos?.

Una de las respuestas del creyente es: “Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).
Si Dios ha determinado antes de la fundación del mundo el número exacto de los que han de ser salvos, ¿por qué debemos preocuparnos del destino eterno de aquellos con los cuales entramos en contacto?

NUESTRA LABOR NO TIENE POR OBJETO HACER QUE SE CUMPLA LO QUE DIOS NO HA DECRETADO.
Nosotros no somos responsables de los resultados: estos dependen de Dios y de su acción. La palabra de Dios dice: “Pablo plantó, Apolos regó, pero es Dios quien ha dado el crecimiento” (1 Corintios 3:6).

Nosotros hemos de obedecer a Cristo y predicar su palabra a toda criatura, hacer énfasis en el mensaje que dice: “Todo aquel que en Él cree” ,y luego
dejar que el Espíritu Santo aplique dicha palabra con poder vivificante a quien Él quiera.

Dios no nos ha enviado a disparar un arco al aire. Cuán alentadoras son para el alma aquellas palabras de nuestro Señor: “También tengo otras ovejas (observen que dice tengo y no tendré, ya han sido dadas por el Padre) que no son de este redil; aquellas me conviene traer, y oirán mi voz” (Juan 10:16).

No dice “es posible que oigan mi voz”, ni “lo harán si quieren”;”Oirán mi voz” es su promesa sin reservas, es absoluta.

QUERIDO HERMANO, CONTINÚA LA BÚSQUEDA DE LAS “OTRAS OVEJAS” DE CRISTO. No te desalientes porque los cabritos no atienden a la voz del Señor cuando predicas. Sé fiel, persevera, y que Cristo te use como vocero y portavoz suyo.

EL FIN Y OBJETO DE TODO ES LA GLORIA DE DIOS.
“ÉL LO HA ORDENADO; SU PODER LO LOGRARÁ”
AMÉN

Bendiciones

martes, 4 de mayo de 2010

EL VALOR DE LA DOCTRINA DE LA SOBERANÍA DE DIOS

“Toda la palabra de Dios es inspirada divinamente, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Doctrina es enseñanza, y es por medio de la doctrina o enseñanza que nos son dadas a conocer las grandes realidades de Dios. Es por medio de la
doctrina que los creyentes son alimentados y edificados.

Es muy triste que hoy en día la doctrina sea popularmente considerada como poco práctica.
Es la ignorancia de la doctrina lo que ha hecho que la Iglesia visible sea impotente para enfrentarse con la creciente marea de infidelidad.
La doctrina de la soberanía de Dios es básica en la teología cristiana. La doctrina de la soberanía de Dios es un tónico divino para reanimar
nuestros espíritus. Produce gratitud en la prosperidad y paciencia en la adversidad. Proporciona consuelo para el presente y seguridad para el
futuro desconocido.

El valor de ésta doctrina hace más profunda nuestra veneración por el carácter divino. Declara que los derechos de Dios son los del alfarero que
da forma al barro haciendo vasos del tipo que quiere y para el uso que desee. Nos habla del carácter inescrutable de su sabiduría. Muestra que
aunque Dios es infinito en su santidad, permitió que el mal entrase en su creación. Muestra que si bien es poseedor de toda potestad, permitió que
el diablo guerree contra Él desde hace mucho tiempo. Muestra que si bien es la perfecta personificación del amor, no perdonó a su propio Hijo.
Muestra que si bien es el Dios de toda gracia, no todos son hechos participantes de dicha gracia.

El valor de ésta doctrina es el fundamento de toda verdadera religión. No habrá progreso alguno en las cosas de Dios, si antes no hay un
reconocimiento personal de que Él es Supremo, y de que ha de ser confesado y servido como Señor. Toda oración que elevemos a Dios será mera
presunción carnal si no es ofrecida conforme a su voluntad. Todo servicio en que nos ocupemos será obra muerta si no lo hacemos para la gloria de
Dios.

El valor de ésta doctrina repudia la herejía de la salvación por las obras. El camino que parece derecho y que termina en muerte, muerte
eterna, es la salvación por los esfuerzos y méritos humanos. Decir que la salvación del pecador depende de la acción de su propia voluntad, es otra
forma que deshonra a Dios.

Mientras el pecador confíe en sus propias fuerzas, no caerá en brazos de la misericordia soberana; pero una vez que el Espíritu Santo le convenza
de que no hallará ayuda alguna en sí mismo, reconocerá que está perdido, y clamará, y este clamor será oído.

El valor de esta doctrina es profundamente humillante para el hombre. Esta doctrina es un potente ariete contra el orgullo humano. El espíritu de
nuestra época es un espíritu de jactancia y glorificación humana. Pero la verdad de la soberanía de Dios, quita toda base para esta jactancia. Esta
verdad declara que la salvación es del Señor.

Esta doctrina de la soberanía de Dios, recalca que es Él quien no solo ha de ofrecer, sino también obrar; quien no solo ha de comenzar su
obra salvadora en nuestras almas, sino también perfeccionarla; quien no solo ha de llamarnos, sino que también mantenernos y sustentarnos hasta el
fin. Enseña que la salvación es por gracia por la fe, y que todas nuestras obras, nada cuentan para ser salvos.

El valor de esta doctrina ofrece una experiencia de certeza absoluta. Dios es infinito en poder y por tanto es imposible resistir a su voluntad.
Semejante declaración podrá llenar de alarma al pecador, pero en el santo no despierta sino alabanza. Mi Dios es infinito en poder, por lo tanto
decimos: “en paz me acostaré y asimismo dormiré, porque solo tú me haces vivir confiado” (Salmos 4:8).

El valor de esta doctrina ofrece consuelo en las pruebas. La doctrina de la soberanía de Dios es un manantial de consolación que rebosa e infunde
gran paz al cristiano.!Qué bendición saber que no hay un solo rincón del universo que esté fuera de su alcance!.!Qué bendición saber que la fuerte
mano de Dios está sobre todos y sobre todo!.!Qué bendición saber que aun nuestras aflicciones no vienen por casualidad, ni proceden del diablo,
sino que son ordenadas y mandadas por Dios!.

Dios es demasiado sabio para errar y demasiado amante para hacer derramar a sus hijos una sola lágrima innecesaria.
El valor de esta doctrina engendra un espíritu de apacible aceptación.
Acatar la voluntad soberana de Dios es uno de los grandes secretos de la paz y la felicidad.

El valor de esta doctrina inspira un canto de alabanza. No solamente debemos estar agradecidos a Dios por su gracia para con nosotros en el
pasado, sino que su continuo proceder hacia nosotros nos llena de gratitud.

¿Cuál es el sentido de las palabras: “Gozaos en el Señor siempre”?. Fíjense que no dice: “Gozaos en el Salvador”, sino “Señor”, como dueño de
toda circunstancia (recuerden que cuando el apóstol escribió estas palabras estaba prisionero).¿Cuál era el secreto de su paz?.El secreto era
el saber que todas las cosas están bajo el control de Dios, Él las dirige.

El valor de esta doctrina garantiza el triunfo final del bien sobre el mal. Desde el día que Caín mató a Abel, el conflicto entre el bien y el
mal en la tierra ha sido un penoso problema. Cuando uno mira a su alrededor descubre que casi todo aquí en la tierra está en confusión, en
caos y en ruinas; parece como si Satanás estuviese llevando la mejor parte en la batalla. Pero cuando uno mira hacia el cielo, el ojo de la fe ve
claramente un trono, estable y seguro, en el que se sienta Aquel cuyo nombre es Omnipotente. Dios está en el trono, el timón está en sus manos,
y por consiguiente su propósito no puede fallar.

El valor de esta doctrina ofrece un lugar de reposo para el corazón. Aquel que está sentado en el trono del cielo no solo es infinito en poder, sino
también en sabiduría y bondad.