Devocional # 13 28-Mayo-2014
Hebreos
10:14 Él (Cristo), por medio de una sola ofrenda, hizo perfectos
para siempre a los santificados.
15 De
esto nos da testimonio el Espíritu Santo, pues primero dice:
16 «El
Señor ha dicho: Éste es el pacto que haré con ellos después de aquellos días:
Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente.»
17 Y
luego añade: «Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.»
De
acuerdo a este pacto de gracia, el Señor trata a Su pueblo como si nunca
hubiese pecado. Prácticamente, Él olvida todas sus ofensas. Él trata a los
pecados de todo tipo como si nunca hubiesen existido; como si estuviesen
completamente borrados de Su memoria. ¡Qué milagro de gracia!
Dios
hace aquí algo que en ciertos aspectos es imposible para Él. Su misericordia
obra milagros que en mucho van más allá de todos los demás milagros.
Nuestro
Dios ignora nuestro pecado ahora que el sacrificio de Jesús ha ratificado el
pacto. Podemos regocijarnos en Él sin miedo de que sea provocado a ira contra
nosotros por causa de nuestras iniquidades. ¡Él!, nos ve como hijos; Él nos
acepta como justos; Él se deleita en nosotros como si fuésemos perfectamente
santos. Incluso nos pone en lugares de confianza; nos hace guardianes de Su
honor, mayordomos del Evangelio. Nos considera dignos, y nos da un ministerio;
esta es la prueba más excelsa y más especial de que Él no recuerda nuestros pecados.
Incluso cuando nosotros perdonamos a un enemigo o amigo, nos toma mucho tiempo
confiar en él; hasta veríamos imprudente el perdonarlo.
Pero el
Señor olvida nuestros pecados, y nos trata como si nunca hubiésemos errado.
¡Qué hermosa promesa es esta!
Ahora la vida de Cristo es mi vida, el pasado de
Cristo es mi pasado. Estoy “en Cristo”, lo que quiere decir que estoy tan libre
de la condenación ante Dios como si hoy hubiera muerto y hubiera sido juzgado,
como si yo mismo hubiera pagado la deuda. Y Dios me ama como si yo hubiera
vivido la vida que Cristo vivió. Así que, “ya no vivo yo sino… Cristo” es un
recordatorio triunfal de que, aunque “nosotros mismos somos pecadores”, en
Cristo somos justos. Ahora puedo entender al apóstol Pablo que dice:
Gálatas
2:20
Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo
vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
En qué o en quién puedo descansar mejor que en Cristo, por
eso nos dijo: “Mi paz os dejo Mi paz os doy”. ¡¡Bendito sea Él!!
Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
Tel: (81) 8352 6165
o
ESCUCHA LA RADIO