Año 6- Devocional # 08
7-mayo-2015
Seguimos con el libro,
“Vivir en el Poder del Evangelio”
Ídolos del Corazón
Romanos
1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido.
POR
NATURALEZA SOMOS IDÓLATRAS
El capítulo de Romanos 1
muestra que por naturaleza somos idólatras y la razón es que todos necesitamos
adorar algo, fuimos creados con ese propósito, y si no adoramos a Dios vamos a
poner algo en su lugar, vamos a sustituir al Dios verdadero por dioses a
nuestra propia imagen. Estos dioses que vamos a adoptar, prometen mucho; si
nuestro dios es el dinero, nosotros pensamos que la felicidad la vamos a tener
a través del dinero, y nos dará seguridad en la vida, porque acreditamos que el
dinero nos va a dar todo lo que queremos.
Los ídolos no solo prometen
pero también se rigen por leyes. Cada vez que tenemos un ídolo, cada ídolo
tiene sus propias reglas y leyes, esos ídolos dan promesas y también dan
condenas, si nosotros perdemos ese ídolo (el dinero, por ejemplo). Este ídolo
nos dice que vamos a morir de hambre, o alguna otra cosa nos va a suceder como
castigo.
Entonces, los ídolos realmente
imitan el pacto de Dios, imitan las bendiciones que Dios promete y también la
condena que Dios nos ha dado. Los ídolos son imitaciones de Dios y a medida que
vamos avanzando, vamos a ver sus características. Lo triste es que a medida que
adoptamos un ídolo, llegamos a ser esclavos de ese ídolo. La carta a los
Romanos 6:16-17 lo deja muy claro en cuanto al pecado en general. “¿No
sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois
esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la
obediencia para justicia? Pero, gracias a Dios, que aunque erais esclavos del
pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual
fuisteis entregados”.
Necesitamos arrepentirnos de
nuestros ídolos. Generalmente nos arrepentimos de nuestras acciones, es decir,
nosotros generalmente nos arrepentimos de los pecados de comportamiento. Pero
los pecados de comportamiento, la forma en que actuamos y vivimos, generalmente
tienen un dios detrás de ellos, y no es el Dios Jehová, no es el Dios Trino. Si
sólo nos arrepentimos de nuestros pecados de comportamiento, por ejemplo, mentí
o me enojé, vamos a seguir arrepintiéndonos de ese mismo pecado vez tras vez,
tras vez, si no nos damos cuenta que hay un dios falso detrás de ese pecado,
esclavizándonos e impulsándonos a hacer esas cosas.
Todo pecado, es el resultado
de idolatría de una forma u otra. Cuando Adán y Eva pecaron contra Dios, fue
porque querían ser como Dios, esa fue la promesa de satanás, que sus ojos
serían abiertos y serían como Dios. Al querer ser como Dios, cayeron en
idolatría, ellos querían ser su propio dios.
¿Qué sucede si sencillamente
nos arrepentimos de los pecados de nuestro comportamiento y no nos damos cuenta
que hay un dios detrás de ese pecado que está gobernando nuestra vida? Vamos a
seguir haciendo lo mismo cada vez que nos encontremos en esa misma situación,
vamos a caer. Pero si nos damos cuenta que nuestro arrepentimiento debe ser más
profundo de lo que está en nuestro corazón, lo que ha estado gobernando
nuestras acciones y nuestra vida, entonces nos vamos a librar del ídolo que nos
esclaviza a través del evangelio.
Al darnos cuenta de eso,
estamos llegando a la raíz de nuestro pecado ¿Qué en mi vida tiene más valor
que Dios? Miento para proteger ese ídolo, ¿por qué estoy mintiendo?
Uno no debe arrepentirse
solamente de la mentira, debe decir: ¿por qué mentí? ¿Qué estuve protegiendo?
Estuve protegiendo mi imagen, mi orgullo, mi vanidad, ¿qué estaba detrás de esa
mentira? Detrás de esa mentira existe un ídolo y hasta que no haya enfrentado a
ese ídolo, voy a seguir con el mismo problema de la mentira.
Si con el tiempo me arrepiento
de haber mentido y me pregunto ¿por qué mentí?, ¿qué estaba yo protegiendo?
Me doy cuenta que mentí porque mi “imagen” estaba en peligro.
Entonces mi imagen es un ídolo para mí y tengo que arrepentirme no sólo de
mentir sino también de mi ídolo que me esclaviza, solo entonces puede librarse
de la mentira.
Nuestra vida debe ser
Cristo-céntrica, pues de no ser así somos idólatras y esclavos de los ídolos.
Seguiremos
con este tema del mismo libro en el próximo devocional
Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
Tel: (81) 8352 6165
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