viernes, 16 de abril de 2010

La Soberanía de Dios en la Salvación

LA SOBERANÍA DE DIOS EN LA SALVACIÓN

“Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios; cuan incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos” (Romanos11:33).

La salvación pertenece a Jehová.....pero el Señor no salva a todos. ¿Por qué no?¿Quizás porque son demasiado pecadores? NO....pues el apóstol
escribió: “Palabra fiel y digna de ser recibida de todos”.

¿Por qué entonces Dios no salva a todos?¿Quizás porque algunos tienen el corazón muy duro para ser ganados para Cristo? NO. (Ezequiel 11:19)
¿Será porque son tan obstinados, tan intratables y tan retadores?

AMIGO....¿no es cierto que hubo un tiempo en que andabas en consejo de malos, estabas en camino de pecadores, te sentabas en silla de escarnecedores, y con ellos decías: “No queremos que éste reine sobre nosotros”?¿Cómo es posible que ahora todo haya cambiado?. Como nacido del Espíritu responderás con rapidez: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”(1 Corintios 15:10). ¿O acaso dices?...pero llegó un momento en que yo quise, estuve dispuesto a recibir a Cristo como mi salvador.

Ciertamente fue así....pero fue el Señor quien te hizo querer (Salmos 110:3-Filipenses 2:13). ¿Porqué no todos los que escuchan el Evangelio son salvos? ¿Rehúsan
creer?. Bien, es cierto, pero esa es solo una parte de la verdad.

Es la verdad vista desde el aspecto humano. Pero hay también un aspecto divino. Es Dios mismo quien hace distinción entre el escogido y el no escogido.
Antes de la fundación del mundo Dios hizo una selección, una elección. Ante sus ojos omniscientes estaba toda la raza humana de Adán y de ella escogió un pueblo, y lo “ordenó” para vida eterna (Hechos 13:48) (1 Corintios 1:26-29) (Efesios 1:3-5) (2 Tesalonicenses 2:13) (2 Timoteo 1:9) (1°Pedro 1:2) (Romanos 8:28-29).

Resumiendo las enseñanzas de estos pasajes aprendemos: Que Dios ha ordenado para vida eterna a ciertas personas; y que, como consecuencia de su ordenación, ellos, a su debido tiempo, ”creen”. Ésta ordenación para salvación que Dios hace de sus elegidos no se debe a nada bueno ni a mérito alguno en ellos, sino exclusivamente a su “gracia”.
Volvemos entonces a preguntarnos: ¿Porqué escogió Dios a quienes escogió? ¿Fue porque poseían ciertas virtudes? ¿Por qué tenían corazones generosos?
¿los escogió porque eran buenos? ¿fue a causa de alguna buena obra? NO.

La causa de su elección estriba en Él y no en los objetos. Él escogió a quienes escogió simplemente porque decidió hacerlo así.
Pero ahora nos preguntamos ¿Por quién murió Jesucristo?

CRISTO MURIÓ POR LOS ESCOGIDOS DE DIOS.

Si la determinación absoluta de Cristo abarcara a toda la humanidad, entonces toda la humanidad se salvaría. En lo referente al propósito predeterminado de su muerte, Cristo murió solamente por los elegidos.

Cristo no murió para hacer posible la salvación de toda la humanidad, sino para hacer segura la salvación de todos los que el Padre le ha dado.
Una y otra vez nuestro maestro se refirió a aquellos que el Padre le había dado y por los cuales tenía especial interés: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera.....Y ésta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero” (Juan 6:37) (Juan 17:1,2,6,9,24).

Sabemos que Cristo intercede ahora como Gran Sumo Sacerdote. Pero ¿por quién intercede? ¿por toda la raza humana o solamente por su propio pueblo?.La respuesta es muy clara. Nuestro Salvador ha entrado en el cielo personalmente “para presentarse por nosotros en la presencia de Dios” (Hebreos 9:24), es decir, por los que son “partícipes de la vocación celestial” (Hebreos 3:1). Esto concuerda con las palabras de nuestro Señor en Juan 17:9.....”Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son”. La salvación de cualquier pecador entra dentro de la esfera del poder divino.

¿Cómo actúa la soberanía de Dios a través de su Espíritu Santo en la salvación? El nuevo nacimiento es debido a la voluntad soberana del Espíritu. Cada una de las tres Personas de la bendita Trinidad tiene que ver con nuestra salvación. El Padre nos escogió; el Hijo murió por nosotros; el Espíritu nos da vida.

El Padre pensó en nosotros; el Hijo derramó su sangre por nosotros; el Espíritu efectúa su obra dentro de nosotros. El nuevo nacimiento es una resurrección espiritual, un “pasar de muerte a vida” (Juan 5:24).

Y evidentemente la resurrección está totalmente fuera del dominio del hombre. La obra del Espíritu es necesaria para el cumplimiento total del propósito eterno de Dios.

Para que un pecador vea la necesidad que tiene de un Salvador y quiera recibir al Salvador que necesita se precisa indispensablemente, sobre él y en él, la obra del Espíritu Santo. ¿No es pues evidente que la razón de que “otros” sean dejados fuera del reino de Dios no es solamente porque no quieren entrar, sino también porque el Espíritu Santo no ha procedido así con ellos?.

Romanos 9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Gracias Dios porque me diste tu Don Bendito

¿Preguntas, dudas, comentarios?, bienvenidos…..

Próximo tema: La Soberanía de Dios en operación

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