viernes, 24 de junio de 2011

Jehová ha recibido mi oración


Devocional # 32                  24 junio  2011

Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. Salmos 6:9

Por la experiencia de la oración podemos reconocer que Dios es verdadero. Por distintos medios ha contestado muchas veces las oraciones de nosotros sus siervo.

Él oye hoy nuestra petición y no apartará sus oídos de nuestras súplicas. ¡Bendito sea su santo nombre!.
Esta promesa que es la confianza del Salmista también es mía. Quiero apropiármela por medio de la fe. «Ha recibido Jehová mi oración».

La oración que nuestro Señor oye y contesta; No es la oración “osada”, ni la “agresiva”, ni la “misil”, ni otras tanta que nos hemos inventado.
La que Él oye es la que hacemos como Él mismo nos aconsejó;  
Mateo 6.6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Claro que podemos orar en público, pero esta oración va a reflejar que estuvimos en secreto con nuestro Padre.

Esta oración es la que aceptará, escuchará y contestará en el tiempo y la forma que mejor convenga a su sabiduría misericordiosa.
Cuando llevo mi pobre oración: el gran Rey me da audiencia y atiende favorablemente mi oración.
¡Qué recepción nos da nuestro Señor y Dios a nosotros pobres pecadores!  Dios nos recibe en su santo trono con nuestras súplicas por amor a su Hijo.

Mis enemigos no me escucharán, pero mi Señor sí. Mis enemigos se burlan de mis lágrimas, pero mi Señor las enjugará. Lo que hará mi Señor es inclinar su oído y su corazón a mis ruegos.

Bendito sea su Santo Nombre que abre paso a nuestras oraciones para que entren libremente hasta el trono de su Gracia.

Señor, enséñame a orar como tú quieres, Salmo 73:25 pues ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?  Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

Gloria a Tu Nombre Señor por permitirnos entrar hasta el trono de tu Gracia por medio de la oración.

martes, 21 de junio de 2011

Fortaleza en Jesús


Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová. Zacarías 10:12

Este es un motivo de consuelo para los creyentes, ya sea enfermos, débiles, temerosos, o que están por emprender un proyecto muy difícil. Es mejor que nuestra confianza
esté en Dios y no en nosotros mismos. Pues si confiamos en nosotros estaríamos muy limitados y produciría orgullo en nuestras vidas; en Dios no tiene límites.

Jesús te manda que te esfuerces, y que andes con tu Dios en santa contemplación. Obedece su palabra de amor.

jueves, 16 de junio de 2011

Te he escogido en horno de la aflicción


Te he escogido en horno de aflicción. Isaías 48:10

Durante mucho tiempo he leído y leído este versículo de tal manera que se ha grabado en mi corazón. Somos bendecidos al haber sido elegidos como hijos de Dios.

Con la elección divina nos convertimos en  verdaderos escogidos. Lo mejor que nos puede pasar es ser elegidos de Dios. Tan grande es este privilegio, que a pesar de
los inconvenientes que consigo lleve, debe ser creído con alegría, de la misma manera que el judío comía las hierbas amargas para sazonar el Cordero Pascual.

Dios nos ha escogido en él (Cristo). Somos elegidos como un pueblo afligido y no como un pueblo próspero; no en un palacio, sino en el horno, en el crisol de fuego.

En el horno desaparece la hermosura, la forma se destruye, se pierde la fuerza, la gloria se consume, y, sin embargo, aquí es donde el amor eterno revela sus secretos y hace su elección.

En el tiempo de la prueba más cruel, Dios nos ha llamado y nosotros hemos respondido a su llamamiento:  es cuando somos aceptados para Él Señor , se convierte en nuestro Dios y ha manifestado que ciertamente somos sus hijos.

Por tanto, si hoy se enciende el horno siete veces más de lo que suele estar, no temamos, porque el glorioso Hijo de Dios se paseará con nosotros por en medio de carbones encendidos.

Bendiciones

lunes, 13 de junio de 2011

Y sabrán que Yo Jehová estoy con ustedes

Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy  con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor. Ezequiel 34:30

Algo muy excelente es pertenecer al pueblo del Señor, pero es una bendición consoladora saber que ya pertenecemos.
Una cosa es esperar que Dios esté con nosotros, y otra cosa es saber que ya está con nosotros. La fe nos salva, pero la certidumbre nos da la paz.

Encontramos a Dios como Dios nuestro cuando creemos en Él; pero tenemos gozo cuando Él es nuestro y nosotros suyos.
Ningún creyente puede encontrar plenitud con vanas esperanzas, sino que debe pedir al Señor que le dé la plena seguridad para que las cosas esperadas (sus promesas) sean ciertas.

Entonces es cuando gozamos de las bendiciones del pacto y vemos al Señor Jesús como «una planta de renombre» (Ezequiel 34:29), que se levanta en nuestro favor cuando venimos al conocimiento claro de la gracia de Dios.

No olvidemos que somos el pueblo de Dios no por ley, sino por gracia. Miremos siempre hacia la gracia. La certidumbre de la fe nunca puede venir por las obras de la ley.
Es una virtud que sólo puede venirnos del Evangelio. No miremos a nosotros mismos; miremos solamente al Señor. Viendo a Jesús, vemos la salvación.

Señor, envíanos tan alta marea de amor, que seamos arrastrados por encima del fango y de la duda.

Bendiciones

jueves, 9 de junio de 2011

Antes que clamen, responderé


¡Qué rápido es el obrar de nuestro Dios! El Señor nos oye antes de que le llamemos, y a veces nos responde con la misma rapidez.

Previendo nuestras necesidades y oraciones, su Providencia, de esta forma dispone las cosas, que antes de que se sienta la necesidad, ya queda ésta remediada, y antes de que sobrevenga la lucha, estemos armados contra ella.

Tal es la prontitud de la Omnisciencia, y más de una ocasión la hemos experimentado. Cuando ni siquiera sospechábamos que pudiera sobrevenirnos la aflicción, ya contábamos con el consuelo poderoso destinado a sostenernos.

¡Cuán presto está Dios a responder a nuestras oraciones! La segunda cláusula nos recuerda al teléfono.

Dios está en el cielo y nosotros moramos en la tierra, pero Él hace que nuestra palabra corra con tanta rapidez como la suya. Cuando oramos, hablamos al oído mismo de Dios.
Nuestro benigno Mediador presenta al momento nuestras súplicas a su Padre, el cual las despacha favorablemente. ¡Grande privilegio poder orar así!

¿Quién no se decidirá a orar, sabiendo que el Rey de Reyes le está escuchando? Oraré hoy con fe, creyendo no sólo que seré oído, sino que estoy siendo escuchado ahora mismo, no sólo que obtendré respuesta, sino que ya la he obtenido.

Espíritu Santo, ayúdame a orar así. “¡Bendito seas mi Dios que tuviste y sigues teniendo misericordia de nosotros hijos tuyos!