Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor. Ezequiel 34:30
Algo muy excelente es pertenecer al pueblo del Señor, pero es una bendición consoladora saber que ya pertenecemos.
Una cosa es esperar que Dios esté con nosotros, y otra cosa es saber que ya está con nosotros. La fe nos salva, pero la certidumbre nos da la paz.
Encontramos a Dios como Dios nuestro cuando creemos en Él; pero tenemos gozo cuando Él es nuestro y nosotros suyos.
Ningún creyente puede encontrar plenitud con vanas esperanzas, sino que debe pedir al Señor que le dé la plena seguridad para que las cosas esperadas (sus promesas) sean ciertas.
Entonces es cuando gozamos de las bendiciones del pacto y vemos al Señor Jesús como «una planta de renombre» (Ezequiel 34:29), que se levanta en nuestro favor cuando venimos al conocimiento claro de la gracia de Dios.
No olvidemos que somos el pueblo de Dios no por ley, sino por gracia. Miremos siempre hacia la gracia. La certidumbre de la fe nunca puede venir por las obras de la ley.
Es una virtud que sólo puede venirnos del Evangelio. No miremos a nosotros mismos; miremos solamente al Señor. Viendo a Jesús, vemos la salvación.
Señor, envíanos tan alta marea de amor, que seamos arrastrados por encima del fango y de la duda.
Bendiciones
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