martes, 18 de mayo de 2010

El Dios de Paz

Algunas ideas fueron tomadas del Libro de cheques del banco de fe. C. Spurgeon



Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.
Romanos 16:20

He aquí una promesa que viene a completar la que meditábamos este viernes pasado con la meditación anterior. La Primera Promesa. Al ser esculpidos a la imagen de nuestro divino modelo y cabeza no solamente es ser heridos en el calcañar (no solo es sufrimiento), sino se ha de manifestar en la victoria sobre nuestro enemigo el maligno.


La antigua serpiente debe ser aplastada bajo nuestros pies. Los creyentes de todos los tiempos se han visto afligidos por luchas internas, por divisiones, pecado, etc…
Pero el Dios, «el Dios de paz», ha proporcionado el descanso del alma.


El enemigo capital consiguió hacer vacilar los pies de los imprudentes y que los sencillos fueran engañados; pero, al final, quedará vencido, y por aquellos mismos entre quienes había sembrado la confusión. Victoria tras victoria, generación tras generación el pueblo de Dios ha visto como su Señor ha ido e irá desbaratando las artimañas del enemigo y en ocasiones no se nos ha dado ver dicha derrota sobre nuestro enemigo; pero la promesa es firme; Dios mismo desbaratará y aplastará el poder de Satanás.


Aun cuando los creyentes logren quebrantar a su enemigo el diablo, sin embargo la herida final le será infligida únicamente por Dios.
¡Acometamos con valentía nuestras tentaciones, al tentador! Y no sólo a los espíritus malignos, sino el mismo príncipe de las tinieblas, y huirán de nosotros.

Efesios 6
10 Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las intrigas del diablo;
12 porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales.
13 Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes.
14 Permaneced, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia
15 y calzados vuestros pies con la preparación para proclamar el evangelio de paz.
16 Y sobre todo, armaos con el escudo de la fe con que podréis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Tomad también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,
18 orando en todo tiempo en el Espíritu con
toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos.

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