martes, 24 de febrero de 2015

Jehová el Señor es mi fortaleza

Año 6- Devocional # 03   24-Febrero-2015


“Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como ciervas, y en mis alturas me hace andar.” Habacuc 3: 19. 

Esta confianza del hombre de Dios, es equivalente a una promesa; pues aquello de lo que la fe está persuadida, es el propósito de Dios.
El profeta tuvo que atravesar los lugares hondos de la pobreza y del hambre, fue cuesta abajo sin resbalar, pues el Señor le dio apoyo. Luego fue llamado a los lugares altos de los montes del conflicto, y no estuvo más temeroso de subir que de bajar.
¡El Señor le proporcionó fortaleza! Es más, el propio Jehová era su fuerza. Pensemos en esto: ¡el propio Dios Todopoderoso se convierte en nuestra fortaleza! Notemos que el Señor le dio también una base segura para apoyar sus pies. Las ciervas saltan sobre las rocas y los riscos sin perder su apoyadero.
Nuestro Señor nos dará gracia para seguir los senderos más difíciles del deber sin tropiezo. Él puede adecuar nuestro pie a los riscos, de tal forma que nos sentiremos muy cómodos allí donde, apartados de Dios, pereceríamos.
¡¡Bendito sea nuestro buen Dios nos dio su mayor gracia, Jesucristo, que es nuestra Roca firme, Roca inamovible, donde podemos descansar!!



Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
Tel: (81) 8352 6165

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miércoles, 4 de febrero de 2015

Nuestro día y nuestra vida debe iniciar buscando Su Reino

Año 6- Devocional # 02   04-Febrero-2015



“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6: 33. 
La Biblia inicia: “En el principio. . . Dios.” Nuestra vida debe  iniciar de la misma manera. Busquemos con toda nuestra alma, primera y prioritariamente, el reino de Dios como el lugar de nuestra ciudadanía, y Su justicia como la característica de nuestra vida. En cuanto al resto, todo provendrá del propio Señor sin que tengamos que estar ansiosos por ello.
Todo lo que es necesario para esta vida y para la piedad “estas cosas os serán añadidas.” ¡Qué gran promesa es esta! Alimento, vestido, casa, y todo lo demás, Dios asume la tarea de añadirlo mientras nosotros le busquemos a Él. Nuestra preocupación debe ser  por Sus asuntos, y Él se preocupará por los nuestros.  Los bienes terrenales necesarios serán añadidos junto con el reino. Quien sea un heredero de la salvación no morirá de inanición; y quien vista su alma con la justicia de Dios no podrá ser dejado por el Señor con su cuerpo desnudo.
Abandonemos todo afán ansioso y devorador. Concentremos nuestra mente en buscar al Señor. La codicia es pobreza, y la ansiedad es miseria: la confianza en Dios es un patrimonio, y la semejanza a Dios es una herencia celestial.
Señor, yo te estoy buscando, haz que pueda encontrarte.


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Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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martes, 6 de enero de 2015

Llena de bien al alma hambrienta

Año 6- Devocional # 01   06-Enero-2015


“Porque sacia el alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.” Salmo 107: 9. 

Menesteroso: (pobre, mendigo, indigente, necesitado, paupérrimo, arruinado, miserable),
Es bueno tener anhelos y buenos deseos de año nuevo, y entre más intensos sean, mejor. Sobre todo los deseos de ver enaltecida la gloria de Dios, el Señor saciará esos anhelos del alma, por grandes y por absorbentes que sean.
Anhelemos grandemente, porque el Señor saciará grandemente. Nunca tendremos el estado mental adecuado mientras estemos contentos con nosotros mismos, o estemos en nuestra zona de confort espiritual al no tener anhelos.
Los deseos de mayor gracia, y los gemidos que no pueden ser expresados, son dolores propios del crecimiento, y deberíamos desearlos más y más. ¡Bendito Espíritu, condúcenos a suspirar y a clamar pidiendo las mejores cosas para enaltecer a nuestro Dios en nuestras vidas, y pidiendo más de lo mejor!
El hambre no es una sensación placentera. Sin embargo, bienaventurados son los que tienen hambre y sed de justicia. Estas personas no solamente verán su hambre aplacada con un poco de alimento, sino que serán saciadas. No serán saciadas con cualquier tipo de alimento burdo, sino que su dieta será digna del buen Señor, pues serán saciadas con bien por el propio Jehová. No nos inquietemos porque anhelemos y tengamos hambre, sino que oigamos la voz del Salmista cuando él mismo anhela y tiene hambre de ver a Dios enaltecido. “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.”



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Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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martes, 2 de diciembre de 2014

El Señor dice: vengo a buscar mis ovejas

Año 5- Devocional # 25   02-diciembre-2014


“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.” Ezequiel 34: 11
Esta hermosa promesa nos recuerda el verdadero significado de la navidad o “natividad”, que quiere decir nacimiento, y es el nacimiento de este Gran Pastor que viene a buscar Sus ovejas, Sus elegidos son como ovejas descarriadas que no conocen al pastor ni al rebaño. A esta promesa hace eco, el médico amado Lucas (19:10) “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” ¡En forma precisa, busca y encuentra el Señor a Sus elegidos! Jesús es grandioso tanto en Su carácter de un pastor rastreador como de un pastor salvador.
Aunque muchos de aquellos que Su Padre le dio, hubieran llegado tan cerca de las puertas del infierno, el Señor Jesús, al buscar y buscar, nos encuentra y se acerca a nosotros en Su gracia. Él nos ha reconocido: tengamos esperanza por aquellos que son puestos en nuestros corazones para que oremos por ellos, pues Él los encontrará también.
El Señor repite este proceso cuando cualquier miembro de Su rebaño se extravía de los pastos de la verdad y de la santidad. Podrían caer en grave error, en triste pecado, y dureza atroz; mas, sin embargo, el Señor, que se ha convertido en una garantía a favor de ellos ante Su Padre, no tolerará que ninguno de ellos llegue tan lejos como para que perezca. Lucas 1:4, nos recuerda y refuerza esta idea de cuando una oveja suya se extravía: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Él, por Su providencia y por Su gracia, nos seguirá a tierras extrañas, a moradas de pobreza, a cuevas de oscuridad, a profundidades de desesperación; Él no perderá a ninguno de los que Su Padre le ha dado. Para Jesús, buscar y salvar a todo el rebaño, es, sin ninguna excepción, un asunto de honor.
¡Qué promesa tengo para descansar en ella: “Yo anduve errante como oveja extraviada, Él vino y viene por mi”!



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Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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martes, 11 de noviembre de 2014

Yo soy tu Dios que te esfuerzo

Devocional # 24  año 5- 11-noviembre-2014

“Yo soy tu Dios que te esfuerzo.” Isaías 41: 10. 
Cuando somos llamados a servir o a sufrir, hacemos un inventario de nuestras fuerzas, y descubrimos que son menores de lo que pensábamos, y menores de las que requerimos. Pero nuestro corazón no deberá abatirse en nuestro interior, ya que contamos con esta palabra, en la que podemos apoyarnos, pues nos garantiza todo lo que podamos necesitar. Dios tiene una fuerza omnipotente y Él puede comunicarnos esa fuerza, y nos promete que lo hará. Él será el alimento para nuestras almas, y la salud de nuestros corazones; y así, Él nos dará fortaleza.
No se puede saber cuánto poder pondrá Dios en un hombre. Cuando la fortaleza divina viene, la debilidad humana ya no es un obstáculo. ¿No recordamos épocas de trabajos y pruebas en las que recibimos fortaleza especial que nos sorprendimos de nosotros mismos? En medio del peligro conservamos la calma, ante la pérdida de seres queridos estábamos fortalecidos, ante la calumnia poseíamos dominio propio, y en la enfermedad éramos pacientes.
El hecho es que Dios provee una fortaleza inesperada cuando nos sobrevienen pruebas inusuales. Nos levantamos por encima de nuestra debilidad. Los cobardes hacen papeles de hombres, los insensatos reciben sabiduría, y a los silenciosos les es dado en el preciso instante lo que deben de hablar.
Mi propia debilidad hace que me acobarde, pero la promesa de Dios me vuelve valeroso. Señor, fortaléceme “conforme a Tu dicho.”
Dice nuestro Señor Jesucristo: Juan 15:5 Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer.

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Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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viernes, 24 de octubre de 2014

Jesucristo es el mismo en el tiempo

Devocional # 23   24-octubre-2014

“Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.” Isaías 54: 10. 
Una de las cualidades más encantadoras del amor divino es su carácter permanente. Los cimientos del universo podrían ser removidos, pero la misericordia y el pacto de nuestro amoroso y bondadoso Jehová nunca se apartan de nosotros Su pueblo. ¡Qué en paz se siente mi espíritu con esta firme creencia en esta declaración inspirada! Puede cambiar con el tiempo nuestras circunstancias de vida para mejor o peor, pero el tiempo no cambia a mi Señor. Nuevas lámparas ocupan el lugar de las viejas, y hay un cambio perpetuo en todas las cosas; pero nuestro Señor es el mismo siempre.
La fuerza trastorna a los collados, pero ningún poder concebible puede afectar al Dios eterno. Nada en el pasado, ni en el presente ni en el futuro puede hacer que Jehová sea áspero con nosotros.
Hermanos, amigos, descansemos en la eterna misericordia del Señor, que nos trata como a hijos. Recuerda también el pacto eterno. Dios lo tiene siempre presente: asegúrate de tenerlo presente tú también. En Cristo Jesús el Dios glorioso se ha comprometido con nosotros para ser nuestro Dios, y a conservarnos como Su pueblo.
La misericordia y el pacto: considera estas palabras como cosas seguras y duraderas que ni la propia eternidad nos podría arrebatar.


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Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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lunes, 6 de octubre de 2014

Humillaos balo la poderosa mano de Dios

Devocional # 22   6-octubre-2014


“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” 1 Pedro 5: 2. 
Esto equivale a una promesa: si nos inclinamos, el Señor nos levantará. La humildad conduce al honor: la sumisión es el camino a la exaltación. La misma mano de Dios que nos empuja hacia abajo, está esperando para levantarnos cuando estemos preparados para recibir la bendición. Nos humillamos para vencer.
Muchos se rebajan delante de los hombres, para recibir algún “favor” o recompensa,  pero no reciben la protección o lo que ambicionan; pero aquel que se humilla bajo la mano de Dios no dejará de ser enriquecido, exaltado, sostenido y consolado por el Dios siempre lleno de gracia.
Es un hábito de Jehová derribar al altivo y exaltar al humillado. Sin embargo, hay un tiempo para que el Señor haga su obra, “cuando fuere tiempo”. La humillación debe ser ahora,  en este preciso instante; estamos obligados a continuar haciéndolo, ya sea que el Señor ponga sobre nosotros Su mano que causa aflicción o no. Cuando el Señor hiere, es nuestro deber especial aceptar el castigo con profunda sumisión. Pero en cuanto a nuestra exaltación proveniente del Señor, esa sólo puede venir “cuando fuere tiempo”,  Dios es el mejor juez de ese día y hora. ¿Clamamos impacientemente pidiendo la bendición? ¿Deseamos un honor inoportuno? ¿Qué pretendemos? Seguramente no nos hemos humillado verdaderamente, pues, de lo contrario, esperaríamos con tranquila sumisión.
Filipenses 2:4 No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás.
5 Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús,
6 quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
Entonces, hagamos lo que el Señor nos pide.



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