viernes, 4 de junio de 2010

Bástate mi Gracia

Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
2 Corintios 12:9

Hemos de apreciar nuestra propia debilidad porque así se manifiesta la potencia divina.

Tal vez nunca hubiéramos conocido el poder de la gracia si nunca hubiésemos experimentado la flaqueza de nuestra naturaleza.
Bendito sea el Señor por el aguijón de la carne y por las asechanzas de Satanás que nos obligan a recurrir a la potencia de Dios.

Esta preciosa respuesta salida de labios del Señor, debe estremecernos de gozo. ¿La gracia de Dios es suficiente
para mí? Lo creo. ¿No es el aire suficiente para el ave, y el océano para los peces? El Dios Todopoderoso es bastante para cubrir todas mis necesidades.
Y el que basta para el cielo y la tierra, sin duda podrá satisfacer todas las necesidades de un hijo suyo como yo.

Por tanto, confiemos en Dios y en su gracia.

Si no quita nuestro dolor, nos ayudará a soportarlo. Su poder nos llenará. El que nada vale vencerá a los más poderosos. Es mejor poseer la potencia de Dios que la nuestra; porque si fuéramos mil veces más fuertes de lo que somos, de nada nos valdría contra nuestros enemigos;
y si pudiésemos ser más dóciles de lo que somos, lo que parece imposible, todas las cosas podríamos hacer en Cristo.

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