lunes, 30 de marzo de 2015

Autoanálisis; La Soberbia

Año 6- Devocional # 06   27-Marzo-2015

Me pareció importante reflexionar en este tema, ahora que vamos a celebrar un aniversario más de la muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo; lo que predicamos para salvación:
El autor de este comentario es Jerry Cross, autor del libro “Vivir en el Poder del Evangelio” del cual saqué este comentario, lo pueden descargar es libre con permiso del propio autor.

La soberbia


EL PECADO DE SATANÁS FUE EL ORGULLO O LA SOBERBIA. 1ª Timoteo 3:6; Isaías 14:13.  
¿Cuál fue el pecado de Satanás? Satanás un día vino a Dios y lo retó diciendo: Yo soy capaz de sacarte a patadas del cielo y tomar tu lugar, y lo intentó. Para nosotros es difícil imaginarnos a este personaje. Menos mal que él es un enemigo vencido. Nosotros no lo podemos vencer en nuestro poder, pero él ya está vencido. Cuando estamos en Cristo Jesús estamos en la persona que venció a Satanás y sigue venciendo los vestigios de su reino en nuestra vida. La característica principal de Satanás es el orgullo, y una característica principal del Señor Jesucristo es la humildad.  

1. ¿A quién reflejamos más?  
Al examinar mi vida,  es doloroso porque a medida que voy examinándome,  me doy cuenta de que me parezco más al orgulloso Satanás que al humilde Cristo. En realidad, estoy muy lejos de parecerme al Señor Jesucristo. Ahora nos vamos a examinar. La primera pregunta es: ¿a quién me asemejo más? ¿A Satanás, ese ser orgulloso? o me semejo más al Señor Jesucristo. Ese pasaje en Filipenses (2:3) fue escrito para que yo sea como Él es.  

2. He aquí algunas otras ideas para examinarnos a nosotros mismos de manera sincera.  
2.1. La persona orgullosa se enfoca en las faltas y en los fracasos de los demás. (¿Es eso verdad en tu vida?) Personas quebrantadas y arrepentidas están abrumadas con un sentido de su propia necesidad espiritual, ¿Cuál de estas características se asemeja más a la realidad de tu vida? ¿Enfocas las faltas y los fracasos de los demás o estas abrumado con tu propia necesidad espiritual?  
2.2. Los orgullosos tienen un espíritu de crítica, miran las faltas de los demás con un microscopio, pero las suyas con un telescopio, ó “Como en la oración del Padre Nuestro, pueden humildemente perdonar mucho porque reconocen todo lo que se les ha perdonado a ellos”.  
2.3. ¿Te sientes justo, recto y desprecias a los que no están de acuerdo contigo, o estimas a los demás como superiores a ti mismo? (Esto viene directamente del pasaje de Filipenses).   
2.4. Los orgullosos tienen un espíritu independiente  y  autosuficiente, mientras que los humildes tienen un espíritu dependiente, reconocen su necesidad de los demás ¿Cuál eres tú? ¿Cuál soy yo? 
2.5. Los orgullosos siempre tienen que probar que están bien, mientras que los humildes están dispuestos a renunciar a ese derecho y reconocer sus fallas.  
2.6. Los orgullosos reclaman sus derechos y tienen espíritus demandantes. El humilde entrega sus derechos a Dios y tiene un espíritu dócil.  
2.7. Los orgullosos se protegen a sí mismos, protegen su tiempo, sus derechos, su reputación, mientras que el humilde se niega a sí mismo.  
2.8. El orgulloso desea ser servido, el humilde es movido por amor a servir.  
2.9. El orgulloso desea ser exitoso, mientras que el humilde está movido a ser fiel a otros, servir a otros para que ellos sean exitosos.  
2.10. El orgulloso desea su propia promoción, el humilde desea promover a otros.  
2.11. El orgulloso tiene el sentimiento inconsciente de que este ministerio o iglesia es privilegiado de tenerme a mí y a mis dones. Se engrandece al pensar en lo que puede hacer por Dios, mientras que el humilde tiene un sentido de su propia indignidad y está emocionado de que Dios le pueda usar.  
2.12. Los orgullosos se sienten seguros pues saben mucho, los humildes reconocen cuánto les queda por aprender.  
2.13. Los orgullosos se sienten heridos cuando los demás son promovidos y ellos pasados por alto. Mientras que los humildes están deseosos de que otros reciban un crédito y se regocijan cuando otros son promovidos.  
2.14. Los orgullosos están preocupados de lo que los demás piensan, y trabajan para proteger su propia imagen y reputación. Mientras que los humildes piensan: Yo no merezco tener  ninguna parte en ningún ministerio, saben que no tienen nada que ofrecer a Dios, excepto la vida de Jesús fluyendo a través de sus vidas quebrantadas. Lo que les importa no es lo que otros piensan sino lo que Dios sabe de ellos. Están dispuestos a sacrificar su propia reputación por honrar a Cristo.  
Ahora, yo no sé cómo les ha ido hasta ahora en este examen. Pero en cuanto a mí, me ha ido muy mal. Nos quedan seis más.  
2.15. Los orgullosos quieren asegurarse de que nadie descubra su pecado, su instinto es cubrirlo, mientras que los humildes están dispuestos a arriesgarse, son sinceros al relacionarse humildemente sin un espíritu de superioridad con otros. Están dispuestos a ser abiertos y transparentes con otros de sus fracasos, conforme Dios les dirige. 2.16. A los orgullosos les cuesta trabajo decir: Me equivoqué, ¿me podrías perdonar? Mientras que el humilde acepta su responsabilidad y puede ver en dónde se ha equivocado en determinada situación. Acuérdense de los tres pasos del arrepentimiento. Existe un problema y el humilde dice: “Yo soy ese problema”. 
2.17. Los orgullosos son inaccesibles y defensivos cuando son criticados. Sacan las uñas, para defenderse. Los humildes reciben la crítica con un espíritu abierto.  
2.18. Los orgullosos tienen remordimiento de su pecado. Sienten preocupación de que han sido descubiertos y atrapados, mientras que los humildes, una vez quebrantados, no les interesa quien lo sepa o quien los descubra. Están dispuestos a ser expuestos porque no tienen nada que perder al reconocer su verdadera condición delante de Dios.  
 2.19. Los orgullosos se comparan con los demás y se sienten dignos de un honor especial, mientras que los humildes se comparan con la Santidad de Dios y sienten una necesidad desesperada por la misericordia de Dios en su vida.  
2.20. Los orgullosos no creen que ellos mismos tengan necesidad de un avivamiento, pero están seguros de que todos los demás sí lo necesitan, mientras que el humilde se da cuenta de su propia necesidad y tiene una actitud continua de arrepentimiento en su corazón.  

Tengo que confesar que este examen es doloroso para mí. Creo que para cualquier persona que realmente está dispuesta a enfrentar el orgullo de su corazón, es doloroso.  
Necesitamos la gracia de Dios, necesitamos la obra de Dios.

Él es nuestra única esperanza, necesitamos reconocer que existe un problema. Yo soy el problema y Cristo es mi única esperanza. Necesito vivir al pie de la cruz del calvario, reconociendo que Cristo consiguió para mí, todo lo que necesito, todas las bendiciones espirituales están en Cristo Jesús, Efesios 1:3  


Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
Tel: (81) 8352 6165

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miércoles, 25 de marzo de 2015

Enviaré delante de ti la avispa

Año 6- Devocional # 05   25-Marzo-2015


“Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.” Éxodo 23: 28. 
No necesitamos pensar mucho a qué se refiere cuando habla de las avispas. Era el propio ejército de Dios que envió delante de Su pueblo para que picaran a sus enemigos, y Su pueblo Israel conquista fácil.
Con Sus propios instrumentos, nuestro Dios peleará por Su pueblo y hostigará a Sus enemigos, antes de que entren en la batalla propiamente dicha. Con frecuencia, Él confunde a los adversarios de la verdad con métodos en los que el propio pueblo de Dios no tienen injerencia.
El aire está lleno de misteriosas influencias que acosan a los enemigos de Israel. En el Apocalipsis leemos que “La tierra ayudó a la mujer”. No debemos tener miedo nunca. Las estrellas en sus órbitas luchan contra los enemigos de nuestras almas. Muy a menudo, cuando caminamos rumbo al conflicto, no encontramos ningún ejército con quien pelear. “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.”
Las avispas (Sus armas) del Señor pueden hacer más que nuestras armas. Nunca podríamos soñar con que la victoria fuera obtenida por nuestros propios medios, pero si hay triunfo con los medios que usa Jehová.
Nosotros debemos obedecer nuestras órdenes de marcha y salir a la conquista de las naciones por Jesús, y descubriremos que el Señor ha ido delante de nosotros, y ha preparado el camino, de tal manera que al final confesaremos con júbilo: “Su diestra nos ha salvado, y Su santo brazo.” Salmo 98:1


Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
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miércoles, 4 de marzo de 2015

"Y Yo les doy vida eterna"

Año 6- Devocional # 04   4-Marzo-2015


“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” Juan 10: 28. 
Nosotros creemos en la eterna seguridad de los santos. Primero, porque ellos le pertenecemos a Cristo, y Él nunca perderá las ovejas que ha comprado con Su sangre, y que ha recibido de Su Padre. Segundo, porque Él nos da vida eterna, y si es eterna, pues, entonces es eterna, y no puede haber un final para esa vida, a menos que pueda haber un final para el cielo, y para Dios.
Si la vida espiritual pudiera extinguirse, entonces no sería vida eterna, sino vida temporal. Pero el Señor habla de vida eterna, y eso elimina efectivamente la posibilidad de un final. Observen, además, que el Señor dice expresamente: “No perecerán jamás.” El significado de estas palabras garantiza a nosotros los creyentes, que no pereceremos.
La incredulidad más obstinada no puede quitar ese significado de esta frase. Para completar el asunto, Él declara que Su pueblo está en Su mano, y desafía a todos Sus enemigos a que lo arrebaten de allí. Definitivamente es algo imposible incluso para el demonio del infierno. Estamos seguros, puesto que estamos en la mano de un Salvador Omnipotente. A nosotros nos corresponde desechar el miedo carnal así como la confianza carnal, y descansar tranquilamente en la palma de la mano del Redentor. 


Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
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