Devocional
# 54 3-Abril-2013
El
SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador
2 Corintios 4
7
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia
del poder es de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en
todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; 9
perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10
siempre llevamos en el cuerpo, y por todas partes, la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nosotros. 11 Porque nosotros,
los que vivimos, siempre estamos entregados a la muerte por amor a Jesús, para
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. 12
De manera que en nosotros actúa la muerte, y en ustedes la vida. 13 Pero
en ese mismo espíritu de fe, y de acuerdo a lo que está escrito: «Creí, y por
lo tanto hablé», nosotros también creemos, y por lo tanto también hablamos. 14
Sabemos que el que resucitó al Señor Jesús también a nosotros nos resucitará
con él, y nos llevará a su presencia juntamente con ustedes. 15 Pues
nosotros padecemos todas estas cosas por amor a ustedes, para que al
multiplicarse la gracia por medio de muchos, más se multipliquen los que den
gracias, para la gloria de Dios. 16 Por lo tanto, no nos desanimamos. Y
aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando de día
en día. 17 Porque estos sufrimientos
insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más
excelsa y eterna. 18 Por eso, no nos fijamos en las
cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas.
Solo quiero dejar esta ilustración y
esta pequeña reflexión para que meditemos en nuestra vida diaria:
Un niño hizo un barquito de madera y
salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el barquito impulsado por
un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado corrió a pedir ayuda a un muchacho
mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su apuro.
Sin decir nada el muchacho empezó a tirar
piedras, al parecer en contra del barquito; el pequeño pensó que nunca tendría
su bote otra vez y que el muchacho grandote se estaba burlando de él; hasta que
se dio cuenta que en vez de tocar el bote cada piedra iba un poco más allá de
este y originaba una pequeña ola que hacia retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba calculada y por último el
juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido
con la posesión de su pequeño barco su tesoro.
A veces ocurren cosas en nuestra vida que
parecen desagradables, sin sentido ni plan y hasta nos parece que más nos
hunde; pero si esperamos y tenemos confianza en Dios, nos daremos cuenta de que
cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas
aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de nuestro objetivo que es
Cristo.
Salmos 18:2
El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca (Cristo) en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.
El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca (Cristo) en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.
Bendiciones
Pbro.
Gilberto Flores Elizondo
Pastor
de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia
Nacional Presbiteriana
tel:
(81) 8352 6165
o
web
site: www.inpcaminoverdadyvida.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario