viernes, 30 de abril de 2010

NUESTRA ACTITUD HACIA LA SOBERANÍA DE DIOS

Reconocer en verdad la soberanía de Dios es contemplar al propio Soberano, es tener una visión del Dios tres veces santo en su excelente gloria.
Notemos la experiencia de Job, aquel de quien el propio Señor dijo: “No hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y
apartado del mal” (Job 1:8). Al final del libro de Job se lo muestra en presencia de Dios; ¿y cómo se comporta? Job dice: “De oídas te había oído,
más ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco y me arrepiento en el polvo y en la ceniza” (Job 42:5). Así la visión de Dios hizo que Job se
aborreciera a sí mismo y se humillara ante el Omnipotente.

En el capítulo seis de Isaías se nos ofrece una escena pocas veces igualada. El profeta contempla al Señor en su trono “alto y sublime”. Sobre
este trono hay serafines con rostros cubiertos dando voces, diciendo: “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos”. ¿Cuál es el efecto de ésta
visión en el profeta?. ”Entonces dije: Ay de mí que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey” (Isaías 6:5).La visión del Rey humilló a Isaías hasta el polvo.

Analicemos la experiencia de Daniel. Cerca del final de su vida, este hombre de Dios contempló al Señor en una teofanía. Jehová se apareció a su
siervo en forma humana, vestido de santidad y gloria divina. Daniel cuenta el efecto que ésta visión tuvo sobre él y los que con él estaban: ”Y solo
yo, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que cayó sobre ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. Quedé
solo y vi ésta visión, y no quedó en mí esfuerzo.

Pero oí la voz de sus palabras: y oyendo, estaba adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra” (Daniel 10:6-9).
Aquí vemos una vez más que la visión del Dios soberano hace que el esfuerzo de la criatura se marchite y ésta sea humillada.

Entonces ¿cuál debe ser nuestra actitud para con el Soberano Dios?

Nuestra respuesta es:

1. SANTO TEMOR
¿Porqué las masas están hoy tan despreocupadas de las cosas espirituales y aman los placeres del mundo más que a Dios?.La Biblia dice en Romanos 3:18: “Porque no hay temor de Dios delante de sus ojos”. Proverbios 1:7 cita: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Feliz el almaque ha sido atemorizada por una visión de la majestad de Dios, que ha tenido una percepción de la grandeza de Dios.

2. OBEDIENCIA IMPLÍCITA
La visión de Dios nos lleva a darnos cuenta de nuestra pequeñez y termina mostrándonos nuestra dependencia de Él, y hace que nos pongamos en sus
manos.


3. ENTERA ACEPTACIÓN
Es natural quejarse cuando nos vemos privados de aquellas cosas en las que habíamos puesto nuestros corazones. Pensamos que cuando hemos desarrollado
nuestros planes con prudencia y esfuerzo, tenemos derecho al éxito, que cuando estamos rodeados de una familia venturosa, ningún poder puede
penetrar y herir a un ser que amamos; pero si en cualquiera de estos casos llega a producirse un disgusto, el instinto pervertido del corazón humano
lo lleva a clamar contra Dios.

Pero en aquel, que por la gracia, ha reconocido la soberanía de Dios, ésta murmuración es acallada, y en su lugar el corazón se inclina ante la voluntad divina.
Una sorprendente ilustración del alma inclinándose ante la voluntad soberana de Dios es la que nos ofrece la vida de Job. Como es sabido Job
era temeroso de Dios y apartado del mal. Si jamás hubo alguien que pudiera esperar que la providencia divina le sonriera éste era Job.

Pero ¿cómo le fue?.Por un tiempo las cuerdas le cayeron en lugares deleitosos. El Señor llenó su aljaba dándole siete hijos y tres hijas. Le prosperó en los
asuntos terrenales hasta convertirlo en un hombre rico. Pero de golpe el sol de la vida se escondió tras espesas nubes. En un solo día Job perdió,
no solo sus rebaños y manadas, sino también a sus hijos e hijas. Le llegó la noticia de que los ladrones se habían llevado su ganado, y que sus
hijos habían muerto por un ciclón. ¿Y cómo recibió todo esto?.Oíd sus palabras: “Jehová dio, y Jehová quitó”.

Pero no solo reconoció la soberanía de Dios, sino que además se gozó con ella y dijo: “Sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Si, es ante la voluntad del Señor que debemos inclinarnos. Es Él quien debe decir donde debo vivir, en qué circunstancias he de vivir, y cuanto
tiempo he de hacerlo.

4. PROFUNDO AGRADECIMIENTO Y GOZO
En este punto es donde muy a menudo se pone a prueba el estado de nuestras almas. Cuando las cosas van según nuestros deseos, parece que estamos muy
agradecidos a Dios, pero ¿qué decimos en aquellas ocasiones en que las cosas nos son adversas y desbaratan nuestros planes?.Vayamos de nuevo al
ejemplo de Job. Cuando experimentó pérdida ¿qué hizo? ¿lamentarse? ¿maldecir? ¿murmurar? NO; se inclinó ante Dios y lo adoró.

No habrá verdadero descanso en tu corazón hasta que aprendas a ver la mano de Dios en todo. Para esto es preciso que la fe sea practicada
constantemente.

Pero, ¿qué es la fe?¿una aceptación fatalista? NO. La fe descansa en la palabra de Dios, y por tanto dice: “Sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). La fe que obra se goza en el Señor siempre (Filipenses 4:4).


5. ADORACIÓN
El solo hecho de que la voluntad de Dios es irresistible e irrevocable, me llena de temor; pero cuando me doy cuenta de que Él solo quiere lo bueno,
mi corazón se llena de gozo. El reconocimiento de la soberanía de Dios ha de abrumar mi corazón y hacer que me incline ante Él en adoración.

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