miércoles, 25 de septiembre de 2013

Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.



Devocional # 67    25-Septiembre-2013

Hebreos 10:17       Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

El Señor, en cumplimiento de su pacto de gracia, nos trata a su pueblo como si nunca hubiésemos pecado. Prácticamente olvida todas nuestras transgresiones. Considera nuestros pecados, cualquiera que sea su gravedad, como si jamás hubieran existido; como si se hubiesen borrado de su memoria.

¡Gran milagro de la gracia! Dios hace en esto lo que hasta cierto sentido, es imposible de hacer. Su misericordia obra prodigios que sobrepujan todos los prodigios.

Nuestro Dios no sabe de nuestro pecado después que Jesucristo ha ratificado su alianza. Podemos regocijarnos en Él sin temor de provocar su ira contra nosotros a causa
de nuestros pecados. Nos cuenta como hijos suyos y nos considera como justos; toma contentamiento en nosotros como si fuéramos perfectos y santos. Más aún, nos pone en puestos de confianza, nos hace guardianes de su honor, de sus tesoros y de su Evangelio.

Nos considera dignos y nos confiere un ministerio. Esta es la prueba más evidente de que no se acuerda más de nuestros pecados.

Cuando perdonamos a nuestros enemigos, tardamos en depositar en ellos nuestra confianza; porque pensamos que esto no sería prudente. Pero el Señor olvida nuestros pecados y nos trata como si nunca le hubiéremos ofendido. ¡Confiemos y alegrémonos en esta grande promesa!

Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
Iglesia Nacional Presbiteriana
tel: (81) 8352 6165

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jueves, 12 de septiembre de 2013

Sucederá que al caer la tarde habrá luz



Devocional # 66    12-Septiembre-2013



Zacarías 14:7 Sucederá que al caer la tarde habrá luz. 

Esto es sorprendente, porque todo indica que, al atardecer, oscurece. Dios acostumbra a obrar de un modo tan distinto a como obramos nosotros,  por encima de nuestros temores y esperanzas, que nos quedamos sorprendidos y obligados a adorar su gracia soberana. No acontecerá con nosotros según los augurios de nuestro corazón: nuestra oscuridad no llegará a ser como la noche, sino que repentinamente se esclarecerá como el día.

Nunca desmayemos. En los tiempos más adversos, confiemos en el Señor, porque Él cambia la oscuridad de la muerte en la claridad de la mañana. Cuando el trabajo de fabricar ladrillos se duplicó, ahí estaba Moisés, y cuando abunda la tribulación, es señal de que nos acercamos al final.

Esta promesa debe ayudarnos a ser pacientes. Tal vez la luz no amanecerá del todo hasta que nuestras esperanzas en nuestro propio esfuerzo estén totalmente agotadas esperando todo el día en vano en lo que podemos hacer por nuestro esfuerzo.

Para el impío el sol se pone cuando aún es de día; para el justo se levanta cuando casi es de noche. ¿No podemos esperar con paciencia aquella luz divina, que tal vez tarde en llegar, pero que es digna de ser esperada?  Aceptemos esta palabra y cantemos de gozo al que nos bendecirá en vida y también en la muerte.

Proverbios 4:18 Pero la senda de los justos es como la aurora: ¡su luz va en aumento, hasta la plenitud del día!


Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
Pastor de la Iglesia: Camino Verdad y Vida
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jueves, 5 de septiembre de 2013

Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré



Devocional # 65    5-Septiembre-2013

Mateo 26:33 Entonces Pedro le dijo: —Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré. (traducción lenguaje actual).

Dirá alguien: «Esto no es una promesa de Dios». Muy cierto, fue promesa de hombre y, por tanto, no se realizó. Pedro pensaba que podría llevar a cabo su propósito; pero una promesa que no tiene otro fundamento que la fuerza humana cae por tierra. En efecto, tan pronto como surgió la tentación, Pedro negó a su Maestro, juró y maldijo para confirmar su negación.

¿Qué es la palabra del hombre? Un vaso de barro que se quiebra al primer golpe. ¿Qué son nuestras promesas? Una flor que con la ayuda de Dios fructificará; pero, abandonada a la fuerza del hombre, cae a tierra al primer soplo del viento que agita la rama.

No confiemos en nuestra propia palabra, porque poco podemos hacer. No confiemos con nuestras propias resoluciones y decisiones ni en nuestra propia fuerza. Confiemos con la promesa de nuestro Dios ahora y en la eternidad.

Confiemos en todo con el Señor. No confiemos en nosotros mismos, ni de ningún nacido de mujer; confiemos únicamente en todas las promesas del Señor. El fin de este episodio, es que Jesús al ver a Pedro llorar amargamente por haber fallado, dice que lo miró Jesús (en el griego implica una mirada de misericordia), No confiemos en nuestra fuerza, confiemos en la mirada llena de misericordia de Jesús hacia nosotros Sus hijos.

Proverbios 3:5  Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes.
6  Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo.
7  No te creas muy sabio; obedece a Dios y aléjate del mal;
8  así te mantendrás sano y fuerte.
9  Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante. Dale de lo que tienes y de todo lo que ganes;
10  así nunca te faltará ni comida ni bebida. (traducción lenguaje actual)



Bendiciones
Pbro. Gilberto Flores Elizondo
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